Eclecticismo mágico vs Sistemas Tradicionales
En la sociedad moderna, la tensión entre lo ecléctico y lo tradicional, el reconstruccionismo y el folclore, se convierte en una brecha cada vez más difícil de cerrar. Aquellos que siguen un camino de reconstrucción suelen insistir, muchas veces de manera dogmática, en que solo ellos portan la verdad, ya que basan su práctica en la historia, la antropología y el folclore de sus tierras, buscando la continuidad de prácticas ancestrales. Por otro lado, quienes adoptan un enfoque más ecléctico toman elementos de diversas fuentes, los adaptan y forjan caminos que suelen ser una fusión sincrética. Sin embargo, en muchos casos no consideran las raíces culturales de lo que están utilizando ni las posibles implicancias de una apropiación cultural. Esto da lugar a combinaciones que, a simple vista, parecen desconcertantes: desde «chamanismo ancestral estelar» hasta «tantra cuántico», entre muchas otras.
Mi visión sobre este debate reconoce que estamos transitando terrenos fangosos y complejos. Es importante destacar que el eclecticismo no es algo nuevo ni un invento del mundo moderno, ni siquiera de la era de Internet. Basta con mirar la historia del ocultismo occidental para ver que esta práctica tiene raíces profundas. Por ejemplo, una de las órdenes esotéricas más influyentes de Occidente, la Aurora Dorada, ya practicaba un enfoque ecléctico en el siglo XIX. En su sistema de trabajo combinaron tradiciones tan dispares como la cábala mística, la magia enoquiana, la alquimia, la magia ceremonial y la astrología, entre otros elementos. Cada una de estas prácticas tiene su propio origen, contexto histórico y métodos, pero estos magos lograron amalgamar todo en un currículo de trabajo coherente (o al menos funcional para su época). A partir de ellos, otros continuaron con la misma idea: Crowley con Thelema, Kenneth Grant, Dragon Rouge, el Templo de Set, y un sinfín de variantes posteriores.
Sin embargo, el problema fundamental del eclecticismo es su uso indiscriminado de elementos dispares. Esto es especialmente evidente en las redes sociales, donde proliferan frases como: «Despierta tu kundalini a través de la demonología». Para alguien con conocimientos básicos en ambas tradiciones, tal afirmación resulta absurda. Este tipo de mezclas no forman parte de una gnosis personal genuina, sino que son el resultado de combinar elementos de sistemas completamente diferentes, sin considerar sus raíces culturales, filosóficas o espirituales. Estas mezclas muchas veces se hacen simplemente porque «suena bien» o «queda lindo».
El peligro de la superficialidad
Este uso superficial del eclecticismo genera varios problemas. Por un lado, produce prácticas sin sentido que carecen de coherencia interna. Por otro, fomenta la apropiación cultural al tomar elementos de diversas tradiciones sin respetar su contexto o profundidad. Y, quizá lo más preocupante, promueve una aproximación que no profundiza en nada: se toma, se mezcla, pero no se comprende. Al final, se corre el riesgo de crear un «cóctel mágico» incoherente y contradictorio.
¿Es posible remediar esto? Absolutamente sí. Se puede practicar un eclecticismo sano y fundamentado, pero eso requiere esfuerzo, estudio y trabajo serio. El primer paso es cuestionar nuestras motivaciones: ¿por qué queremos incorporar una deidad, ritual o perspectiva filosófica particular a nuestra práctica? Una vez identificadas nuestras razones, el siguiente paso es investigar en profundidad. Esto no significa buscar información en Wikipedia, sino acudir a fuentes serias, leer a especialistas o representantes de esa tradición y comprender el trasfondo cultural, religioso y filosófico del elemento que deseamos integrar.
Incluso después de esta investigación, es importante ser honestos con nosotros mismos y con los demás. Incorporar un elemento o deidad de una tradición no nos convierte automáticamente en sacerdotes, expertos o representantes de esa cultura. Tampoco nos da derecho a hablar en su nombre. Incorporar aspectos del chamanismo no nos hace chamanes; trabajar con Kali no nos convierte en practicantes de Tantra. Es vital respetar estas distinciones y ser transparentes: estamos adaptando un elemento para integrarlo a nuestra práctica, lo que lo convierte en algo auténtico para nosotros, pero no necesariamente en una representación fiel de su contexto original.
Lo tradicional y su atractivo contemporáneo
Por otro lado, está el auge actual de lo folclórico y lo tradicional, que muchas veces se presenta como una alternativa «auténtica» al eclecticismo. Vemos personas identificándose como «brujos folclóricos» de tal o cual lugar: Escandinavia, Inglaterra, Polonia, entre otros. Sin embargo, esto también tiene sus matices. La brujería, como término, es un constructo histórico que surge en la Baja Edad Media, asociado a la persecución de herejías y prácticas condenadas por la Iglesia. Nadie se autodenominaba brujo en esa época porque hacerlo implicaba tortura y muerte. Lo que sí existía eran supersticiones, prácticas mágicas y hechicería. La brujería, tal como la entendemos hoy, es una construcción moderna, con raíces en movimientos como la Wicca de Gerald Gardner en los años 50 o la Brujería Tradicional de Robert Cochrane en los 60.
Quienes practican magia folclórica deberían, entonces, considerar el contexto histórico y cultural de sus prácticas. Sin ese contexto, las adaptaciones modernas corren el riesgo de ser otra forma de apropiación cultural. Además, muchas de estas prácticas incluyen elementos cristianos, paganos y de grimorios medievales, lo que demuestra que incluso lo «tradicional» es, en gran medida, una amalgama.
Lo tradicional y el reconstruccionismo: entre lo antiguo y lo moderno
Hay que comprender otro elemento esencial: lo tradicional no necesariamente hace referencia a un sistema ininterrumpido en el tiempo ni algo que necesariamente venga de antaño. En los contextos mágicos, suele aludir a la inspiración que uno toma del pasado para adaptarlo a las prácticas presentes. Esto genera una fusión entre lo antiguo y lo moderno que, para quienes disfrutamos de este tipo de sistemas, es un verdadero deleite.
Cuando hablamos de reconstruccionismo, el panorama es más complejo. Este enfoque implica intentar imitar lo más fiel posible los rituales o prácticas documentadas histórica y antropológicamente. Sin embargo, aquí se presentan varias dificultades. En primer lugar, la historia no siempre es precisa, y los registros académicos no necesariamente representan la «verdad final». Además, muchas de estas prácticas son tan antiguas que, inevitablemente, han sufrido modificaciones a lo largo del tiempo. Por más que quisiéramos reproducir un rito en su forma original, es probable que ni siquiera exista un conocimiento intacto de cómo se realizaba en sus comienzos.
Un ejemplo claro son los Manuscritos Mágicos Griegos, repletos de elementos que carecen de coherencia para nuestra realidad actual, tanto en términos de propósito como de ejecución. Aunque quisiéramos seguirlos al pie de la letra, nos veríamos obligados a adaptarlos para que funcionen en el presente. Esto no los vuelve menos mágicos ni menos poderosos, sino más bien una prueba de la capacidad de la magia para transformarse y seguir siendo relevante.
Reflexión sobre las prácticas personales
Entiendo perfectamente el escepticismo de quienes observan con mala cara las mezclas sin sentido aparente. Sin embargo, creo que al final cada uno de nosotros debe velar por sus propias prácticas y enfocarse en lo que le sirve, en lugar de juzgar lo que hacen los demás. La teoría y la práctica son dos cosas muy distintas, y es frecuente encontrar personas con un vasto conocimiento teórico pero poca o ninguna experiencia práctica. Es en la práctica activa donde uno descubre que las cosas no siempre son como las describen los libros. Esa experiencia personal tiene un valor único y una magia que no se puede replicar.
Sí, se puede usar el eclecticismo con cabeza, recurriendo a lo tradicional pero con una mirada amplia, sin dogmas y adaptada al presente. Al final, este camino es individual, un viaje único para cada uno de nosotros, y solo nosotros podemos forjar nuestro propio sendero.
Reflexión final
En mi visión personal, tanto el eclecticismo como lo tradicional tienen su lugar. La magia y la espiritualidad siempre han sido una amalgama de elementos. Lo que importa es hacer que estas prácticas tengan coherencia y significado para nosotros. Esto se logra a través de la investigación, la práctica consciente y el respeto. Al final del día, cada practicante forja su propio camino, único e individual, con autenticidad y coherencia.
Saludos y hasta la próxima.
Daemon Barzai