Magia sin Permisos: Rompiendo el Mito de la Aprobación

Hoy quiero hablar de un tema que me parece fundamental y que, de alguna manera, necesita algo de claridad: los permisos que las personas constantemente buscan para practicar magia. La pregunta es simple, pero a la vez profunda: ¿realmente necesitamos la aprobación de alguien más para hacer magia? ¿Es necesario que otra persona nos diga qué está bien o mal en nuestra práctica? A simple vista, las respuestas parecen obvias, pero si nos detenemos un poco, nos damos cuenta de que, en realidad, no lo son tanto.

Vivimos en una sociedad increíblemente compleja, y en los últimos años la magia, en sus distintas formas, ha ganado muchísima popularidad. Cada vez hay más libros, más contenido en línea, más gente hablando sobre estos temas en redes sociales, y más opciones para explorar. Todo esto, por supuesto, viene acompañado de un incremento notable en el número de «expertos» en este o aquel sistema mágico. No nos engañemos, esto siempre ha sido así; siempre ha habido personas que se autoproclaman dueñas de saberes ocultos, secretos o prohibidos para los demás. Lo que ha cambiado ahora es la velocidad y magnitud con la que estas figuras emergen.

El problema es que, incluso aquellos que llevan años practicando, a menudo sienten la necesidad de pedir una especie de permiso o validación externa. Siempre están preguntando si lo que hacen es «correcto» o si lo que experimentan es «real». Buscan la aprobación de otros antes de dar un paso adelante en su propio camino. Y no estoy hablando solo de principiantes. Es completamente normal que, cuando alguien recién empieza en la magia o la espiritualidad, tenga dudas o sienta que necesita orientación. Pedir consejo a alguien con más experiencia no está mal en lo absoluto. Pero una cosa es pedir consejo, y otra muy distinta es estar constantemente buscando que otros nos digan si estamos haciendo bien o mal lo que hacemos.

Aquí es donde entra otro factor importante: el fundamentalismo de algunos practicantes. Hay personas que parecen más interesadas en desacreditar lo que otros hacen, en lugar de enfocarse en su propia práctica. Y sí, lo admito, soy crítico cuando es necesario, pero en el fondo, lo que hagan los demás me tiene sin cuidado. Esa perspectiva, esa capacidad de centrarme en lo mío y dejar lo demás en su lugar, creo que es lo que me ha permitido avanzar realmente en mi camino.

Lo que quiero decir con todo esto es que es mucho más valioso enfocarnos en nuestro propio viaje, en lugar de estar preocupándonos por lo que piensan los demás o por si tenemos su permiso. Y, sobre todo, no debemos tener miedo. Sí, la magia, en cualquiera de sus formas, conlleva riesgos, pero ¿qué no lo hace? Si lo que buscas es una práctica completamente segura, probablemente la espiritualidad mágica no sea lo tuyo. Eso sí, equivocarse es parte del proceso, y aquí está lo importante: no existe una fórmula mágica perfecta, ni un solo camino correcto. Quienes siguen una tradición específica tal vez deban aprender ciertos rituales o fórmulas particulares, y eso está bien, pero incluso en esos casos, no se trata de estar pidiendo permiso a cada paso.

Equivocarse es aprender. Y las consecuencias de esos errores no suelen ser tan graves como algunos quieren hacerte creer. Claro, no estoy diciendo que te lances a hacer cosas con las que no te sientas cómodo o que vayan en contra de tu intuición. Empieza por lo básico, familiarízate con lo esencial, y poco a poco irás dominando lo más avanzado. La clave está en confiar en tu propio criterio y en escuchar tu propia voz interior.

Una gran diferencia entre una religión organizada y una espiritualidad mágica es que, en esta última, no hay una autoridad suprema, un «Papa» que te diga lo que está bien o mal. Aquí encontramos muchas fuentes de inspiración, y eso es lo que son: inspiración. Los autores, los maestros, los guías… todos son, al final del día, seres humanos como tú y como yo. Puede que tengan más experiencia o que hayan dedicado más tiempo a estos temas, pero no son infalibles. La magia no es algo que se pueda medir de manera científica o empírica, así que, si buscas ese tipo de validación, probablemente termines decepcionado.

Entender la espiritualidad mágica por lo que realmente es te dará un camino más libre para recorrer, con tus propios errores y aciertos. Y, sobre todo, no olvides que la magia tiene un componente enorme de subjetividad. Lo que funciona para ti no tiene por qué funcionar para los demás, y eso está bien.

Esta es solo una reflexión, pero espero que te ayude si estás comenzando a dar tus primeros pasos o incluso si ya llevas un tiempo y aún te cuesta soltar esa idea de que necesitas la aprobación de otros. Al final del día, la magia que importa es la que te da resultados.

Daemon Barzai

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