¿Trabajar con divinidades, sí o no?

Este es un debate casi infinito que se da de tiempo en tiempo, sobre todo porque se ha extendido la idea de que para trabajar con magia, hacer hechizos u otro tipo de rituales, sí o sí debe estar involucrada algún tipo de divinidad. Se cree que el practicante, tarde o temprano, tendrá que trabajar con una fuerza «superior»; muchos lo entienden como un proceso natural y lógico.

En mi experiencia, esto se debe a que ciertas escuelas mágicas del pasado, pero con una fuerte influencia en el presente, así lo han hecho. La divinidad ha estado presente de un modo u otro y se ha ido colando en el lenguaje de la magia. Pero debemos separar algunas cosas. En la magia culta, es decir, todo lo que deriva de la magia ceremonial, el uso de la divinidad, en un principio «Dios», pero luego, con la llegada de Crowley y la Golden Dawn, se incorporaron muchos dioses de culturas antiguas, incluso algunos alejados de la visión occidental. Se comienza a realizar una serie de prácticas ceremoniales que implicaban el llamado de diversos dioses que cumplían funciones específicas.

La segunda inclusión de los dioses viene con el resurgimiento del neo-paganismo y de la Wicca. Sin lugar a dudas, ambas corrientes pusieron de moda a la divinidad en el mundo mágico cotidiano. Tal es así que hoy día, no importa qué tradición o escuela de pensamiento se siga, la figura de la divinidad está presente de un modo u otro.

Ahora bien, hay que comprender que esto debe ser una elección personal. A menos que sigamos un camino específico en el que la divinidad esté presente de manera centralizada, trabajar con una o varias divinidades debería ser algo que escojamos por decisión propia.

La magia se puede abordar de muchos y diversos modos. Hay modelos más espirituales que incluyen el trabajo con el mundo espiritual, otros modelos proponen solo un sistema energético y desde ahí explican todo. Algunos simplemente hacen uso del simbolismo y no creen en la existencia de ninguna fuerza espiritual o mágica fuera del propio practicante. Aunque estas líneas a veces no son tan claras, y podemos mezclar todo. Depende de cada practicante.

Como animista, para mí todo tiene su ánima, su espíritu, de un modo u otro, por lo que la divinidad es tan real y tangible como cualquier otra cosa. Pero antes de caer en la conclusión de otros, es necesario hacer nuestra propia experiencia. No es suficiente con leer lo que dice alguien más sobre la divinidad; es necesario experimentarla por nosotros mismos, siempre y cuando nos sintamos a gusto con esto. Hay personas a quienes simplemente no les interesa tener trato alguno con dichas fuerzas, y está bien también. A su vez, creo que en la vida de todo practicante hay momentos en los que nos sentimos identificados con una divinidad, y eso es justo lo que necesitamos en nuestras vidas para poder crecer espiritualmente. Habrá otros momentos en los que preferiremos trabajar con otro tipo de espíritus, o con ninguna clase de espíritu, y solo enfocarnos en nuestra energía, poder interior o realizar un viaje más simbólico. Es normal que nuestra visión cambie; la espiritualidad, y sobre todo una espiritualidad mágica, no es algo estático que se quede frenado, en donde siempre debamos creer en lo mismo o hacer lo mismo. Atención en no caer en fanatismos o pensamientos dogmáticos, que solo llevan a visiones sesgadas o de carácter extremo.

Pero, ¿qué pasa si queremos trabajar con una divinidad, o más de una? Pues lo primero que debemos entender es que la divinidad es extremadamente compleja y que cada persona es única en su relación con dichas fuerzas. Incluso si trabajamos con el mismo dios o diosa, es posible que la experiencia sea completamente diferente; es subjetiva y personal, por lo que debemos entender que nuestra relación con dicha fuerza es algo íntimo, no es una experiencia colectiva, sino individual.

Lo siguiente a tomar en cuenta es el tipo de divinidad con la que buscamos trabajar. Es necesario comprender las motivaciones reales que nos llevan a querer acercarnos a dicha fuerza. ¿Qué representa? ¿Qué simboliza? ¿Es poder? ¿Es sabiduría? ¿Es magia? ¿Es erotismo? Esto es algo que debemos responder antes que nada.

Lo segundo es definir cómo vemos a la divinidad. ¿Es real? ¿Es un símbolo? ¿Es un modelo iniciático? Si no tengo claro cómo entiendo a la divinidad, es posible que no logre avanzar mucho. Incluso te recomiendo que te familiarices con ideas como: politeísmo, monoteísmo, reconstrucionismo, paganismo, neo-paganismo. Son todas ideas que están conectadas con la noción de divinidad.

Lo siguiente es entender el contexto cultural, religioso y mitológico de esta divinidad. Esto no lo vamos a encontrar en libros de magia y ocultismo, sino en libros de mitología, historia y antropología. Cuando tengamos claro esto, debemos decidir si tomaremos un camino ecléctico, sincrético o si buscaremos reconstruir la visión del culto a esa divinidad, si es que tuvo culto. Y atención aquí, la fantasía de muchas personas las lleva a afirmar categóricamente que ciertos espíritus o divinidades han tenido culto en la antigüedad, cuando no hay registro alguno de que algo así haya sido verdad. No confundamos gnosis personal con verdades históricas.

Por otro lado, si decidimos trabajar con una divinidad que pertenece a un panteón religioso que existe en la actualidad, es decir, que dicha divinidad pertenece a un marco religioso específico, antes de salir corriendo a inventarte tu propio culto, sería mejor que investigues, que hables con las personas que son una autoridad en dicha religión. Por ejemplo, en Oriente, la India y otros lugares por el estilo, tienen una variada y rica cantidad de divinidades. Sin embargo, estas pertenecen a una religión que existe en la actualidad. Es una suerte de apropiación cultural simplemente ir, tomar y reinterpretar, solo porque nos parece que esa divinidad se adapta a nuestro paradigma mágico. ¿Es lícito? ¿Se puede hacer? La respuesta es sí, pero no deja de ser apropiación cultural. Y la verdad es que ya hay un sistema de trabajo y unas formas que se vienen practicando desde hace milenios, ¿por qué queremos inventar lo que ya está inventado?

En cambio, si buscamos trabajar con un panteón escandinavo, nos tendremos que remitir a la historia, a las leyendas y a ciertos antropólogos que han escrito sobre el tema. En dichas fuentes podemos descubrir muchas cosas de estos dioses, elementos que podemos utilizar en nuestras prácticas. Desde una perspectiva reconstruccionista, si buscamos imitar lo que se hacía en otra época, o bien podemos adaptarla a un sistema moderno.

Si, después de todo esto, decides o sientes ese llamado interior de buscar a la divinidad para trabajar, hay varias cosas más que debes tener presente. La primera: no saltes de un dios a otro; los dioses no son caramelos ni figuritas intercambiables. Debemos ser responsables y conscientes del enorme compromiso que estamos a punto de emprender. Hay que hacerlo con respeto y conciencia. Lo siguiente: piensa que la divinidad que invites a tu vida, cuando logres el contacto con ella, va a generar cambios en tu energía, en tu vida espiritual y personal, por lo que es importante que elijas sabiamente. No es que porque una divinidad está de moda en redes sociales, tengas que salir corriendo a trabajar con ella. La divinidad que escojas debe representar y tener las cualidades que sean complementarias a tu vida espiritual.

Como somos seres antropocéntricos, muchas veces caemos en el error de creer que la divinidad es como nosotros. Si bien podemos «humanizarlas», no debemos pensar que sienten igual que nosotros o que se rigen por las mismas leyes morales. La divinidad tiene su propia agenda, sus propias ideas y su propia voluntad. En todo trabajo sano tiene que haber un intercambio justo. No todo es pedir, tampoco es postrarse; es entender que las cosas funcionan de un modo equilibrado.

Invitar a una divinidad de la muerte a nuestras vidas puede hacer que se muevan energías lúgubres y oscuras a nuestro alrededor, pero con la muerte también está la vida, por lo que no podemos ver solo un aspecto negando el otro. Todo tiene su polaridad, y nada es completamente negro o blanco; hay una gran variedad de escalas en el medio. Ninguna divinidad es completamente malvada o benigna; es amoral, en todo caso.

Solo trabaja con divinidades que sepas que vas a poder tolerar. De nada sirve invitar a una divinidad del caos y la destrucción si estás en un momento de tu vida en el que eres frágil, o al contrario, si estás pleno, porque es posible que tengas cambios y sucesos inesperados que te pueden dar vuelta la vida. Hay momentos para todo; evalúa cuál es el tuyo.

Finalmente, luego de investigar a la divinidad, es importante que montes un altar dedicado a ella, debes meditar diariamente con ella, dedicarle ofrendas, llamarla, invitarla a tu vida e ir viendo qué es lo que va sucediendo. Puedes utilizar un sistema adivinatorio para ver cómo va la evolución de tu trabajo. Presta atención a los sueños e incluso a tu realidad cotidiana. Algunas manifestaciones son sutiles.

Espero que esto te sirva si decides emprender tu viaje espiritual con una divinidad.

Daemon Barzai

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